Se denomina bisutería (del francés bijouterie) a la
industria que produce objetos o materiales de adorno que imitan a la
joyería pero que están hechos de materiales no preciosos.
La bisutería suele usar materiales muy diversos,
desde la porcelana hasta los alambres de latón, pasando por la pasta de
papel o las perlas cultivadas. Los objetos confeccionados con metales o
sus aleaciones suelen llevar un recubrimiento de material noble, como el
oro, la plata, o el rodio.
Dependiendo de la calidad del recubrimiento un adorno
de bisutería fina, de este tipo, puede llegar a ser prácticamente
indistinguible de una joya, lógicamente, para una persona no experta.
Los metales preciosos suelen ser muy densos y por tanto las pequeñas
piezas que se elaboran con ellos son, para su tamaño, bastante pesadas.
Un buen sustituto, al menos en cuanto a densidad, suelen ser las
aleaciones de plomo. En cadenas y colgantes se suele usar el latón
chapado con capas de oros de entre 1 a 5 micras de grosor para que
evitar la formación de eccemas o alteraciones epidérmicas provocadas
por reacciones de tipo alérgico.
La bisutería nace en los años veinte del siglo pasado de la mano de
Gabrielle Chanel y como hermana pequeña de la joyería.
Adaptable a los caprichos de la moda y al día a día, su condición
mutable le permitió abrirse a nuevas formas, colores y materiales como
la resina, el cristal, la madera, el cuero, el acero o las piedras
semipreciosas. Materias que han dado a la joyería de fantasía
una entidad propia
Hoy en día, también se engloban dentro de la
bisutería, aquellas piezas que están elaboradas con piedras con cierto
parecido a las gemas, pero que no llegan a ser piedras preciosas,
engarzadas con metales nobles.